La mentira del un fauna

xxxEmpezó a sentir la necesidad de beber, aunque nadie podría decir con certeza cuándo; sus incursiones en el bar de Ángela se hicieron más frecuentes. Los cortes de luz lo obligaban a salir por una puerta lateral que se dejaba abierta hasta la medianoche . Ángela esperaba con paciencia, los párpados entornados, la boca siempre firme, sin memoria, desacostumbrada a sonreír; limpiaba mesas con un resignado, humillante cansancio. Él, porque sus ganas de arrancarle la máscara severa que le cubría el rostro eran cada vez más mayores, trataba de conversar con ella antes de marcharse. En una ocasión, se sentó a beber el último vaso, le preguntó si estaba casada:
- Hace tiempo, sí que lo estuve, pero mi marido me abandonó.
- El padre de Mara...
- Era un aventurero. Nunca más se ocupó de nosotras. Después conocí a Manuel y él se hizo cargo de las dos, pero nuestra relación empezaba a ir muy mal y al poco tiempo nos separamos. Él me ayudo con algo de dinero paora poner el bar. Pero háblame de ti. He visto que escribes por las noches (página 103).